8 jul 2010

Justicia... ¿Divina?

Ojos de rabia, lágrimas de impotencia. Certeza de saber que matarías a alguien sin pensarlo dos veces. Mi cabeza se sobrecarga y explota en llanto, gritos y golpes contra la pared. Incertidumbre de saber que podría pasar "eso" cualquier día. Pero te seguiría... Te seguiré.
La vida es asquerosa, el mundo una pocilga. No, los cerdos no merecen tal calificación. Ojalá pudiera tenerle frente a mí... Saber quién fué.

Quién cambió para siempre aquella vida ajena. Me gustaría encontrarmelo...
No hay castigo suficientemente justo. Mas la sed de justicia me pide sangre... desearía ver la suya entre mis dedos. Hundirlos en sus ojos, hacerle sufrir hasta volver reversible al pasado.

Cortarlo... Una herida por cada lágrima que hizo derramar. Me faltaría piel. Jamás habrá para un ser así castigo expiatorio, pues el tiempo es unidireccional. Aún así, lo mínimo que debería estar es a trozos. Cuanta maldad en una sola noche... Ni siquiera eso, unas pocas horas.
Tamañas consecuencias de tamaña invasión ajena. Todo mi cuerpo, del corazón a la cabeza, anhela su sangre por el suelo, deshojarlo como a una margarita. Arrebatarle cualquier atisbo de esperanza o futuro. Arrancarle pedazo a pedazo su carne putrefacta y vomitiva. Golpear su cuerpo hasta hacerle escupir sus entrañas... Su verdadero aspecto.

Y aún así, no sería justo castigo.
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Esta es una "mini" entrada que escribí apresuradamente en el movil, hace mucho tiempo. Tenía ganas de subirla desde hace bastante, y por fin, aquí está.