14 dic 2013

Cuando cae la esperanza

Es como un susurro.
Suave, sosegada y discreta... un roce tuyo basta para robarme un escalofrío. Más allá. Nudo en la garganta. Curiosa sensación, la que siento al ver como mi última esperanza desaparece, castillo de arena entre las olas de un mar embravecido. Me sorprendo al ver que el tren está pasando, veloz y estrepitoso, y notar que lo siento extraño, como si la persona mas importante de mi mundo no fuese montada. Y ver tras el cristal tus ojos, encendidos como dos luciernagas... mirándome como solo tú lo haces, con esa intensidad, sonriéndome mientras lloro... ignorante o indiferente al hecho de que si marcho, es para no volver.


Cada pensamiento se clava. Y desgarra.
Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez… como una lluvia ácida.

Observo, sediento, el manantial que tengo frente a mí. A pesar de que lo tengo al alcance de mi mano, no tengo el valor de tocarlo por miedo a que se esfume. Y cada vez estoy más y más débil... Me pregunto si realmente mi manantial es un espejismo, y yo no tengo escapatoria. Puede que nunca haya tenido ninguna opción, quizá mi destino siempre ha estado determinado, y alguien se ríe de mí cada vez que imagino que puedo hacerte feliz, que puedo salvarte. Que puedo salvarnos. 

Más y más débil. 

Saber que no tengo más vida para darte que la que estoy gastando. Y mis dudas. Susurrarme a voces qué hubiera pasado si hubiese sido diferente, si nos hubiésemos conocido de otra manera, en otro contexto... En otra vida quizá.
Me voy derrumbando, como un árbol viejo de más al que las termitas han carcomido por dentro, y del que no queda ya mas que la podrida y frágil corteza... Totalmente vacío. A la espera de que una bocanada de realidad lo derrumbe en cualquier momento.

Lo peor...
Que ella es la única que podría calmar mi sed en este desierto.

18 nov 2013

Después de 4 años

Qué decir, si no hacen falta palabras.
Tanto tiempo juntos, tantos momentos, tantos besos y cariños… Ahora forman parte del pasado, mi mejor pasado.
Ojalá no te quedes agazapada, herida como un pajarillo al que tiraron del nido demasiado pronto, y cuyas pequeñas  alas no son suficiente soporte para emprender su vuelo. Y ojalá no desfallezcas, entre tiriteos y temblores creyéndote sola, mirando en lo alto, donde tan cerca y a la vez tan lejos aquello que un día fue tu hogar ahora te abandona. Te he tirado, te he apartado y no lo ignoro.
Prueba de la huella que has dejado en mi, lagrimas que brillan y se deslizan por mi mejilla cuando rememoro TODO, momentos en los que fuimos felices.
Sobre ti… poco más, te deseo lo mejor.
-------------------------------
Sobre mí… si, huyo.

Es huir lo que hago, mas nadie sabe de qué. Excepto yo…
Son éstas y no las anteriores, las palabras que se me clavan en lo más profundo, pues sólo de pensarlas ya sangran mis cicatrices. Mis manos comienzan a temblar y de repente, escribir duele.  Sólo pensarte, es abordar aquello que realmente me atormenta, me retiene, me aturde y no me deja.
No sé qué va a pasar, dónde iré ni que haré. Allá donde vaya, una nueva vida, con otra gente en otro sitio, pero aquellos que se me acerquen intuirán dentro de mí el vacío, mi vacío. Porque se reflejarán en mis ojos las sombras de mi corazón, cuando al mirar al cielo se cruce mi mirada con el volar de una golondrina.
¿Y si…? La frase más triste del mundo.
Huiré, tan lejos como pueda, pero en lo más profundo sé que no hay distancia que rompa este sentimiento, misterioso y cambiante, tan antiguo como mi memoria, siempre estuviste ahí y ahora lo sé… y por eso huyo. Siempre tan imposible, desde el principio, e incluso ahora, que parece que nunca dejará de ser subjuntivo.
Sólo en el fondo de tus ojos veo la pequeña luz que me queda, ínfima y casi imperceptible, y ya no sé si me duele más embelesarme contemplándote, o sumirme en la calmada oscuridad que me llama y me tienta…

 Mi última esperanza, muerta antes de nacer.